Nuestras Historias
A continuación se presentan solo algunas historias sobre personas como usted que han sido afectadas por el regalo de salvación de la donación de órganos.
El 17 de octubre de 2015, la familia Hernández despertó con la inesperada noticia de que Daniel Eli Hernández Berrios de 30 años, uno de sus hijos, había sido víctima de un terrible crimen. Ese día la vida de todos cambió para siempre. Muchas preguntas aun sin contestar, la historia de lo vivido que pasa por tu mente en segundos. El día que nació, como fue creciendo y desarrollándose, su bondad, su carisma, su pasión por el mar, la comida y la música. Recuerdos que siempre mantendrán vivo su recuerdo. Sus dos hermanos Davieser y Darelis y su dedicada y amada madre Ivy siempre lo recuerdan por sus detalles, aventuras y travesuras, pero sobre todo por su sonrisa y su voz. Daniel dejó a su paso por esta vida a una princesa llamada Joandeliz, en la que todos lo ven reflejado y que es la locura de todos. En la esperanza del milagro que su familia esperaba, donaron los órganos y tejidos para así prolongar la vida de su amado “Chino” en otros. Su familia lo recuerda de la siguiente manera, “Dios ha sido nuestro consuelo y fortaleza. Mi amado se mudó a la felicidad eterna y vive en todos los que ayudó. Todos los que lo amamos lo extrañamos, anhelando volver a encontrarnos cuando llegue la alborada de un nuevo amanecer”.
La vida de Lilliam, una maestra de comercio de Caguas, cambió radicalmente una mañana en la que llevaba a sus hijas a la escuela y en el camino y frente a sus hijas colapsó por un ataque cardiaco. Fue llevada de emergencia al hospital y en poco tiempo le dijeron que la función cardiaca de su corazón estaba seriamente afectada y deteriorada, por lo que necesitaría un trasplante. En octubre 9 de 2005, Lilliam recibió un nuevo corazón gracias a la generosidad de una persona que quiso hacer ese regalo de vida. A partir de ese momento, Lilliam y su esposo Rafael quisieron de alguna forma agradecer ese maravilloso regalo y han trabajado para educar a las personas en su comunidad sobre la importancia de la donación. Lilliam fue galardonada como Maestra Consejera del Año por la Fundación de Futuros Líderes y por varios años organizó la Carrera 5K Haz un Regalo de Amor. Hace unos años y siguiendo la pasión de sus hijas por el soccer, creó un equipo que dirigía junto a su esposo compitiendo a nivel de la Isla en diversos torneos.
Con tan solo 4 años de edad, Chris fue diagnosticado con una condición hepática aguda, lo que provocó que estuviera bajo medicamentos toda su niñez. Sus padres, que siempre estuvieron pendiente de su salud esperaban que la condición mejorara, pero desafortunadamente no fue el caso. A los 17 años una bacteria llevo a Chris a un estado crítico, necesitando urgentemente un trasplante de hígado. La vida de Chris dependía de ese regalo de vida tan esperado, pero el destino le tenía una gran sorpresa a Chris y a su familia. Estando en un estado crítico, el hígado que tanto necesitaba llego salvándole la vida. Luego de su exitoso trasplante la vida de Chris comenzó a cambiar radicalmente, permitiéndole volver a jugar pelota, disfrutar de su familia, compartir con sus amistades y viajar. Hoy día Chris, se encuentra realizando su carrera en enfermería con miras a estudiar medicina. Desea convertirse en un profesional de la salud, comprometido a ayudar a otras personas. Él vive agradecido del amor incondicional de toda su familia y quiere dejarle saber a todos que solo la fe puede sostenerte en momentos difíciles.
Hay historias de valentía y superación que nos tocan muy de cerca, ese es el caso de José, un joven de Yauco, lleno de virtudes que a la edad de 2 años fue diagnosticado con cardiomiopatía dilatada. José era el menor de tres hermanos y junto a su familia sobrepasó cualquier expectativa de vida. Su condición no lo limitó a realizar sus sueños, ya que logró completar una maestría en ingeniería mecánica y graduarse con altos honores. Su condición fue empeorando y José necesitó un trasplante de corazón. Su problema de salud se resolvió en ese momento, ya que con el pasar del tiempo su cuerpo comenzó con síntomas de rechazo, lo que lo llevó a necesitar un segundo trasplante de corazón. Aun así, Jose, no estaba dispuesto a rendirse, así que logro ser enlistado nuevamente y recibir el corazón que le salvaría su vida. Hoy día, Jose disfruta de su familia y continua su carrera de ingeniero, siendo una persona llena de vida, alegría, y amor, agradece a Dios y a su familia por su incondicional amor, de igual manera vive agradecido con la familia que tomó la decisión de dar vida a través de la donación en el momento mִás difícil de su vida.
A los 18 años de edad Linnette, recibió la noticia de que necesitaría un trasplante de hígado, debido a la condición de Hepatitis Autoinmune, que puede afectar a cualquier persona a cualquier edad. Esto fue una noticia de impacto para Linnette, pues a los 18 años como cualquier joven soñadora, quería estudiar y disfrutar de las maravillas de la vida. Así que no se dio por vencida y continuó con su tratamiento y con sus estudios en administración bancaria. Para su sorpresa y luego de tres meses de estar enlistada, recibió esa llamada tan esperada. Hoy Linnette, disfruta junto a su familia de su nueva calidad de vida. Linnette tuvo la oportunidad de conocer a su familia donante y de agradecerles personalmente su segunda oportunidad de vida. En un emotivo encuentro ella tuvo la oportunidad de conocerlos y de compartir su experiencia, pero sobretodo de darles las gracias por haberle dado el más importante regalo que se puede ofrecer, la vida.
La vida de Tere dio un giro radical cuando seis años atrás recibió la terrible noticia de que su hijo, Manuel del Toro Pérez, había sufrido un fatal accidente de “four track”. Sin dudarlo, y tomando en cuenta los deseos de Manuel, sus padres tomaron la decisión de donar sus órganos como alternativa para continuar con el legado de su hijo, quien había concluido sus estudios en Psicología. Manuel era alegre y siempre se le veía sonriendo. Su caballerosidad lo distinguía entre los jóvenes de su edad y tenía un gran sentido de humor. Manuel compartía con su madre la pasión por los deportes como los triatlón y la pelota, participando con ella en varios. El refrán favorito de Manuel era “no es fácil ser lindo y vivir en el trópico”. Manuel salvó la vida de seis personas al convertirse en donante. Hoy Tere dice que su hijo ha sido su inspiración pues a través del deporte ella ha podido superar su partida. Hace unos meses Tere cumplió el sueño de ambos de que era realizar un Iron Man 70.3. Tere celebra la vida junto a su hija Lorena y su nieta Galilea que nació el 25 de diciembre 2015, y que ella siente fue el regalo que Dios y Manuel le enviaron.
Juan Gabriel era un un niño muy inteligente que siempre se mostró interesado en las ciencias y en las artes. Amaba el violín que aprendió tocar muy bien. Un dengue le cambió la vida produciéndole problemas inmunológicos. Esto produjo que su hígado se inflamara y bajaran sus niveles de plaquetas, entre otros padecimientos. Aun así, continuó su vida y sus estudios de escuela superior. Fue admitido a la Universidad donde completó un Bachillerato en Ciencias. Fue miembro del coro de su universidad, ofreció clases de violín y daba tutorías a sus compañeros para ayudarlos en sus clases. Uno de sus logros más importantes fue ser admitido a una escuela de medicina en los Estados Unidos, pero su vida tomaría un rumbo diferente. A los 27 años tuvo una recaída de salud y falleció. Su familia decidió que honrarían su vida donando sus órganos para que otros vivieran. Juan Gabriel decía “a veces nos concentramos tanto en llegar a la meta que se nos olvida parar, respirar, mirar alrededor y disfrutar de la vida”.
Emanuel nació en el pueblo de Jayuya, Puerto Rico. Rodeado por una exuberante belleza y caballos, tuvo una niñez maravillosa, durante la cual jugó al softball y se destacó en atletismo. Un día, comenzó a sentirse fatigado y con dificultad para respirar. Luego de hacerse pruebas, se descubrió que Emanuel tenía cardiomiopatía y que necesitaba un trasplante de corazón. Emanuel no estaba convencido de que el trasplante fuese necesario y creyó que Dios obraría un milagro y lo curaría. Tenía mucha fe pero no entendía que su milagro ya estaba en camino en la forma de un trasplante de corazón de una joven que falleció en un accidente automovilístico. Desde entonces, Emanuel conoció a la madre de su donante, Maria, y ha vuelto a vivir, a disfrutar de sus caballos y de los paseos por el campo.
Julián según nos cuenta su madre, era un joven lleno de energía, muy divertido y muy alegre. Fue generoso y le gustaba ayudar a los demás. Su mayor virtud era su sensibilidad y empatía con los problemas de los demás, especialmente hacia los más necesitados. Era el segundo de tres hermanos. Le gustaba montar a caballo, jugar béisbol e ir a la playa, también disfrutaba de la rica comida que su madre le preparaba. Pasaba ratos coloreando con su hija dedicándole todo su amor. Su madre, quien ha laborado para LifeLink de P.R por los pasados nueve años y quien siempre sintió gran empatía por las historias de cada familia donante sabía la importancia de amar cada día como si fuera el último. Un día le tocó a ella y a su familia tomar la decisión de que su hijo fuera donante. Ella recuerda que “el apoyo sincero de cada uno de mis compañeros de trabajo fue clave para poder continuar”. Hoy continúa su misión de educar a otros sobre la importancia de la donación, pero ahora en memoria de su amado Carlos Julián.
Rey tenía una vida hermosa. Se dedicaba a criar a sus hijos y trabajaba mucho para mantener a su familia. Sufría de diabetes pero nunca pensó que su vida podría estar en peligro. De repente, llegaron las malas noticias: tenia insuficiencia renal y comenzó la diálisis. Rey atribuyó el hecho de mantener la fe y la esperanza intactas a su confianza en Dios. En octubre de 2004, recibió su segunda oportunidad, un milagro tan esperado: un trasplante de riñón. Desde entonces, Rey casi no ha estado enfermo y no ha tenido complicaciones. Está agradecido por disfrutar de su familia, trabajar en su jardín, escuchar música y difundir la información sabré la importancia de donar órganos y tejidos. Rey dice: “Necesitamos devolver todo aquello que hemos recibido como bendición”.
En el 2003 una visita al hospital resultó en una recomendación de una consulta con un nefrólogo. En ese entonces comenzaron sus problemas renales. Andrés no se sentía conforme con el diagnóstico y buscó una segunda opinión en un hospital de Chicago. En esa segunda opinión ratificaron el diagnóstico y comenzó su proceso de diálisis. Su vida se trastocó, se separó de su esposa y cayó en una depresión. Sus riñones ya no funcionaban y la función cardiaca había bajado a un 18%. Ahora no solo necesitaba un trasplante de riñón, también necesitaría un nuevo corazón. Fueron las palabras de su hijo Andy, quien le dijo un día “papi, si tú te mueres, yo me muero contigo”, y el amor de Ivette, lo que lo hicieron desear la salud. Se puso en manos de sus doctores y continuó la diálisis. El 17 de noviembre del 2008 Andrés se convirtió en el segundo puertorriqueño en ser trasplantado de riñón y corazón simultáneamente. Luego de eso unió su vida a Ivette y viven felices. Disfrutan de la playa, paseos por la isla en su jeep y más que nada, siente la satisfacción de ver crecer a su hijo, a quien ama con todo su corazón.
George es un amante del mar y previo a su trasplante en el 2005 estudió una carrera en Biología Marina y llegó a trabajar en el Instituto Smithsonian en Washington DC. Una condición crónica de alta presión afectó sus riñones hasta padecer de un fallo renal agudo lo que lo llevó a diálisis y a la lista de espera por un trasplante. Luego de recibir su segunda oportunidad de vida, George volvió a la universidad y completó un Bachillerato en Trabajo Social, esto combinado con su labor voluntaria en LifeLink de Puerto Rico educando sobre la importancia de la donación. En el 2013 recibió un reconocimiento de Caribbean Busuness llamado “Who’s who among students”. Actualmente está en proceso de culminar una maestría en Trabajo Social y comparte su vida junto a su querida esposa. Vive agradecido de su nueva vida y siempre resalta que “yo vivo por mi donante, y mi donante vive en mí”.
La quedó devastada cuando recibió la noticia de que su hijo mayor, Christian, quien había estado trabajando como miembro importante del equipo de su padre en el negocio familiar, se vio involucrado en un terrible accidente. Christian no sobrevivió y su familia tomó la decisión de donar sus órganos y tejidos para asegurarse de que su legado perdurara en otros. Ana, la mamá de Christian, sirve como voluntaria en LifeLink de Puerto Rico, y continúa compartiendo su experiencia para sensibilizar a la comunidad en cuanto a la donación de órganos y tejidos. Pasó el tiempo y la vida siguió adelante: Ana fue a la escuela de cocina y se convirtió en pastelera, y los hermanos de Christian se han casado. Su familia siempre recuerda y extraña a Christian en todas las cosas que hacen, a la vez que viven sus vidas con gratitud y felicidad sabiendo que él vive a través de otros, como el recipiente de corazón, Israel, a quien han tenido el placer de conocer.